Marcel van Hooijdonk es un experimentado técnico tornero especializado en mecanizados por control numérico y amante de los vehículos de dos ruedas, que plasmó sobre una moto de creación propia un motor de configuración Bóxer 2.5 litros de un Subaru WRX. Una extraña mezcla que denominó de manera acertada a la “Madbóxer”.
Un propulsor de auto de cuatro cilindros y dos ruedas de moto ubicados de manera aleatoria “en el aire” fue el puntapié inicial del proyecto del neozelandés, que como primer reto debió averiguar de qué manera podría unir estos elementos a través de un chasis funcional. Comenzó con el diseño del buje delantero que se comunicaría con la posterior -y fuera de serie- suspensión, ambas partes muy importantes del sistema de dirección hidráulico. Poco a poco delineó la estructura, de manera que pueda acatar las leyes de homologación del país oceánico.
Al potente motor acopló una caja de cambios automática de dos velocidades, ésta mediante un sistema que se acciona desde un simple botón suprime la utilización de la pedalera y deja la palanca izquierda para el freno trasero y la derecha para el delantero, igual que un scooter.
Muy pocos son los nombres de componentes fabricados por grandes firmas que forman parte de la MadBóxer. Por ejemplo, el tanque de combustible proviene de una Kawasaki Ninja, mientras que el freno delantero y las suspensiones originariamente fueron de motos Buell. Increíblemente, las horquillas, guardabarros, partes de la dirección, el chasis y la mitad de la transmisión fueron forjados artesanalmente por van Hooijdonk.
El único detalle que el creador aun no pudo pulir es el arranque, ya que una batería de moto no es capaz de accionar un motor tan grande. Por eso, cada vez que Marcel sale de paseo en su llamativa máquina debe conectar el motor a una batería de camión mediante cables, para que la «Madbóxer» comience a rugir.
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Créditos: thekneeslider.com