Si bien son varios los componentes que fueron recreados en la moto alemana, su tanque de combustible y el posterior asiento conforman el atractivo principal de este trabajo. Los diseñadores del garaje italiano fueron los encargados de llevar a cabo la trasformación, pero necesitaron la ayuda de un especialista para forjar el “cuerpo“ de la unidad, por eso derivaron la tarea principal a Metalbike Garaje, quienes de forma artesanal le dieron identidad a la fina carrocería.
El sillín de cuero negro es otro de los puntos estéticos más fuertes, ya que se adapta a una línea del mismo color que nace en la tapa del depósito de combustible.
El color metálico también está presente en muchos otros lugares de la moto, como por ejemplo en el guardabarros delantero, en las protecciones de los cilindros del motor Bóxer y en la terminación del doble escape de titanio, cuyos tubos fueron soldados de manera muy prolija.
Otra empresa “tana” como Rizoma aparece en muchos accesorios del Hera Proyect, como en las estriberas, depósitos de líquidos, tapas del motor y en las palancas del manubrio, mientras que Grimeca se encargó de hacer los discos de freno específicos para esta unidad.
Por último, sobre los nuevos neumáticos Metzeler Tourance, que le dan más color al estilo Scrambler, se aprecia una nueva horquilla invertida firmada por Öhlins.