Ducati 916: el arte italiano

En un repaso profundo por las motocicletas más llamativas de la década de 1990 o en una lista de las mejores superbikes de la historia. Allí se encuentra la Ducati 916: una muestra del verdadero arte italiano. Nacida de la pluma de Massimo Tamburini en colaboración con el diseñador Sergio Robbano, en poco tiempo se transformó en una leyenda en la historia tanto de Ducati como del motociclismo, en la cual la firma logró una conjunción de diseño, tecnología y potencia. La Ducati 916 llegó al mercado en el año 1995 y vio la luz por primera vez en el año 1994, cuando se fabricó una pequeña cantidad de unidades para homologar el modelo en el Campeonato de Superbikes. Según cuentan las crónicas, el objetivo de sus diseñadores fue crear una unidad que combinara la tradición con la tecnología. Para lograrlo, esta superdeportiva contaba con un motor Desmo bicilíndrico en V a 90 grados, de cuatro válvulas por cilindro y con sistema de refrigeración por agua acompañado por un pequeño radiador de aceite. Con esta configuración, era capaz de otorgar 114 CV de potencia máxima a 9.000 rpm y una velocidad punta aproximada de 260 kilómetros por hora con una

En un repaso profundo por las motocicletas más llamativas de la década de 1990 o en una lista de las mejores superbikes de la historia. Allí se encuentra la Ducati 916: una muestra del verdadero arte italiano.

Nacida de la pluma de Massimo Tamburini en colaboración con el diseñador Sergio Robbano, en poco tiempo se transformó en una leyenda en la historia tanto de Ducati como del motociclismo, en la cual la firma logró una conjunción de diseño, tecnología y potencia. La Ducati 916 llegó al mercado en el año 1995 y vio la luz por primera vez en el año 1994, cuando se fabricó una pequeña cantidad de unidades para homologar el modelo en el Campeonato de Superbikes.

Según cuentan las crónicas, el objetivo de sus diseñadores fue crear una unidad que combinara la tradición con la tecnología. Para lograrlo, esta superdeportiva contaba con un motor Desmo bicilíndrico en V a 90 grados, de cuatro válvulas por cilindro y con sistema de refrigeración por agua acompañado por un pequeño radiador de aceite. Con esta configuración, era capaz de otorgar 114 CV de potencia máxima a 9.000 rpm y una velocidad punta aproximada de 260 kilómetros por hora con una aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora en solo 3 segundos. Además, contaba con inyección electrónica Weber, caja de velocidades de seis marchas, embrague seco y arranque eléctrico. Sin dudas, una verdadera adelantada para la época.

La estructura de esta unidad estaba basada a partir de un chasis multitubular de acero acompañado por un subchasis desmontable de aluminio y un basculante monobrazo del mismo material. La parte ciclo utilizaba los mejores componentes presentes en el mercado de aquel entonces: frenos firmados por Brembo de doble disco en la parte de adelante de 320 mm cada uno, con pinzas de cuatro pistones y detrás un disco de 220 mm, con pinza de dos pistones opuestos. Se completaba además con una suspensión delantera con horquilla Showa invertida de 43 mm de diámetro, multiregulable en muelle e hidráulica y en la parte trasera contaba con un monoamortiguador progresivo Showa, también multiregulable.

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La estética de la Ducati 916 también estaba pensada desde un ángulo innovador y para ganar en aerodinámica, por esto contaba con dos escapes debajo del colín, llantas de tres brazos, rueda trasera de extracción rápida (como en las motos de carrera) y contaba con faros delanteros pequeños, lo cual era disruptivo con la tendencia de la época en la cual los faros solían ser más bien de un tamaño más grande.

La Ducati 916 se mantuvo a la venta tan sólo cuatro años, sin embargo, ese tiempo fue suficiente para establecerse como una leyenda y transformándose en un verdadero éxito tanto deportivo como comercial. Fue con esta motocicleta que los pilotos Carl Fogarty y Troy Corser obtuvieron cinco títulos del World Superbike en seis años y para el año 1998 Ducati ya había entregado cerca de 18.000 unidades.

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